LÍDER? QUÉ LÍDER?





Difícil es saber en qué estriba su encanto,
qué secreto designio los convierte en electos.
Como el junco poseen una estructura suave,
flexibilidad y tacto,
la luz de años ligeros.

Hasta donde sé, ser líder, guía, genio, o como se quiera llamar, depende de la educación/formación recibida, y especialmente en los primeros años, aunque no me atrevo a precisar cuántos (5?, 7?, 11?). Lo construido en estos primeros años se convierte en un listón que no se puede cambiar, o es extraordinariamente difícil hacerlo. Y es un listón con una altura diferente para cada uno, que produce una abanico amplio de desigualdades entre nosotros en este aspecto: no todo el mundo lo tiene igual de fácil, para algunos es incluso muy difícil saltar por encima de este listón, mientras que para otros es como si corrieran por terreno llano.
La formación posterior es también importante. Sin embargo esta formación no se recibe en las universidades ni en instituciones similares. Es una formación que se fragua en el contacto íntimo con otros seres humanos, con aquellos con los que tenemos algún vínculo especial (aunque no seamos muy conscientes de este vínculo), y que depende del tiempo que pasemos con ellos y de la intensidad de los momentos que hayamos vivido junto a ellos (“junto” no se refiere solo a la proximidad física).

Y, por supuesto, depende también de los lastres psíquicos que vamos arrastrando (conscientes e inconscientes). Aquí es donde entran las sustancias psicoactivas (la medicina) y las terapias, entre otras cosas.

El segundo aspecto del que depende es innato, tal vez genético. Pese a que nacemos todos humanos, no nacemos iguales (y aunque sea tangencialmente, apunto que innato no quiere decir hereditario).
Fíjate en alguien de corta estatura, e intenta imaginar que pretende ser el mejor jugador de baloncesto del mundo. Indudablemente, con una u otra alimentación crecerá más o menos, pero la herencia recibida es, por hoy, extraordinariamente difícil de cambiar. Y esto vale también para la agudeza visual (en mi familia hay un gen que hace que no tengamos los ojos esféricos, sino ligeramente ahuevados), y para la capacidad lógico-deductiva (el cociente intelectual no se altera sustancialmente en las personas desde los 5 años hasta una elevada edad), entre otros muchos aspectos.

Un tercer aspecto es el socioeconómico, pues no es lo mismo nacer varón y rico en Alemania, que mujer y pobre en Etiopía. En este campo entran las vivencias y estudios que nos posibilitan, nos dificultan o nos impiden los factores sociales y los económicos.

El cuarto aspecto, la espiritualidad vivida, es tal vez más difícil de valorar, pues sobre ella hay siglos y siglos de manipulación, ejercicio del dominio y del sometimiento sobre otros seres humanos, represión, alabanza y menosprecio. Sin embargo los muchos factores que inciden sobre la espiritualidad que vive cada cual (o que muchísimas veces no vive o incluso cree que no existe tal cosa, que son cuentos de cobardes o de niños) nos llevan a vivencias distintas, y están vivencias, cuando se tienen, influyen sobremanera en nuestra capacidad y nuestro comportamiento. 

Va de suyo que todo esto hace que cada uno de nosotros sea diferente a los demás, pese a los eficaces y titánicos esfuerzos de esta sociedad para hacer de nosotros dóciles clones consumistas. Sin embargo, me centraré hoy en el tema del liderazgo.

Con todo ello qué hacemos? Cómo facilitamos el surgimiento de líderes?

Por razones de tiempo convendría ocuparse de aquellos factores que son más fáciles de modificar, en los que podemos incidir con mayor facilidad. Es decir, en la formación que puede recibir un adulto, en la sanación psíquica del mismo, y en la profundización de la vivencias espirituales desligadas de los ritos vacíos (semejantes a cáscaras de frutos podridos)

El mejor instrumento para la sanación no es otro que el que ya se aplica en muchos rituales y prácticas con enteógenos y sesiones de puesta en común/integración. 

La formación implica una convivencia entre los líderes y quienes están formándose para ello (1), convivencia imprescindible para que se dé una auténtica comunicación y una eficaz transmisión de visión y capacidad. Las clases y cursos sirven para la formación, pero sólo para facilitar conocimientos de tipo académico o práctico, útiles para el desempeño técnico de las personas. Pero no para hacer de nadie un líder.

La vivencia espiritual solo se puede abordar desde la genuina llamada interior de cada cual, y no se puede suplir ni inducir en nadie. Desgraciadamente en esta sociedad materialista y ciega a otras dimensiones, se tiende a pensar que un líder puede prescindir perfectamente de este aspecto, confundiendo así al líder con el jefe, con el director, o con el gurú.

Así pues, y por razones de eficacia, convendría centrarse en aquellas personas que tuvieran las condiciones de partida que permitieran un avance significativo en el campo del liderazgo.
Aquí la tarea es de selección. Selección que requiere un ojo especial, una facultad ya desarrollada de fina percepción. Y que requiere también convivencia y trato con las personas de entre las cuales se seleccionará a unas u otras para unas u otras tareas o funciones, pues en caso contrario es más difícil conocerlas. De esta selección dependerá la formación y terapia que se aconseje y facilite a cada uno.

Esta selección es difícil de aceptar por muchos en estos tiempos de confusión demagógica, en los que se entiende la igualdad como identidad, y no como igualdad de oportunidades. Y por ello difícil también de explicar. Sin embargo no realizar esta selección nos conduce a un dispendio de energías inmenso y a un desaprovechamiento de los líderes potenciales(3).

Paco Puertes


NOTAS:

(1).- Piensa en cómo se han formado los chamanes durante siglos, o muchos gurús, líderes políticos, filósofos, seiks, etc. Aunque alguno lo hace en solitario, no es lo habitual, casi siempre se aprende de otro, de modos y maneras que aún no alcanzamos a entender. El buen discípulo es el que supera a su maestro, el buen maestro es el que hace que sus discípulos lo sobrepasen.

(2).- Con frecuencia siento que las diosas, o los hados, tiene que ver con todo esto, pero parece no estar en nuestras manos influir voluntariamente en ellas y ellos.

(3).- Es esto, como también en otras cosas, el ojo de Platón parece ser inusualmente intemporal. Para él solo tenía sentido invertir en la formación y preparación de quienes tuviesen la capacidad para sacar provecho de ello.

Todo esto es una simplificación consciente. Y es únicamente mi opinión.





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