LA NECESARIA? AUTORIDAD PATERNA







LA FALACIA DE LA NECESARIA AUTORIDAD PATERNA
Existen abundantísimas pruebas arqueológicas e históricas de que durante un largo periodo de la prehistoria y de la historia antigua tanto hombres como mujeres adoraban a diosas: las mujeres eran las sumas sacerdotisas de estos cultos y la propiedad se transmitía por línea materna.
El patriarcado subvirtió esta situación. Las diosas fueron reemplazadas primero por dioses y diosas, luego, poco a poco, por dioses, subsistiendo alguna de ellas como una deidad menor. El proceso continuó hasta el monoteísmo, pues la concentración del poder en un solo hombre (el rey) necesitaba de una única fundamentación que excluyese las otras opciones: el rey lo es porque dios, el único dios que existe, así lo quiere(i).
Somos conscientes de esta paulatina transformación histórica, de la mentira que supone pensar en un único dios-hombre, todopoderoso y omnisciente, pero sin embargo la mayor parte de las veces no podemos librarnos de su embrujo, sin dios nos sentimos perdidos. Incluso cuando conseguimos superar esta necesidad del dios único, padre y protector, seguimos diciendo ¡hay dios mío!, ¡dios me asista!, ¡dios no lo quiera!, ¡por dios, no lo dirás en serio! Y otras expresiones semejantes. El patriarcado teológico se ha impreso en nuestro cerebro y en nuestras sinapsis(ii) de una forma casi imborrable, aunque sea manifiestamente incoherente con lo que sabemos e intuimos.
Esta es una curiosa cualidad de todos los sistemas ideológicos omniabarcantes y exclusivos, sobre todo de los que se han conservado y perpetuado a lo largo de siglos (y el patriarcado lleva milenios entre nosotros(iii)). Los tenemos tan interiorizados que nos parecen lo natural, lo que siempre ha sido así (pese a que sabemos que no ha sido así), lo que no cambiará, lo propio de los seres humanos.
Una de esas caras del patriarcado que se nos cuela una y otra vez es la que constituye su característica principal: que la autoridad pertenece por naturaleza al hombre (como género distinto a la mujer, a quien pertenece el amor y la sumisión -por amor-). Además esta autoridad se entiende, la mayor parte de las veces, como la potestad de hacer que los demás obedezcan por medio de la fuerza, usualmente social, aunque, si es necesario, se recurra también a la fuerza física.
Claro, también la otra autoridad, la que los demás le otorgan a una persona por su sabiduría (como cuando se dice de alguien que es una autoridad en alguna materia), pertenece por naturaleza al hombre; sino mírense cuantos preclaros varones pueblan nuestra historia de la ciencia, de la literatura, arquitectura, pintura, música, etc. De toda manera, y “por si las moscas”, durante siglos se ha vedado de forma sistemática el acceso a la educación a las mujeres (y en muchos lugares del planeta aún se sigue haciendo(iv)).
Por supuesto esta postura-confusión goza de una legión de justificadores empíricos y pseudocientíficos, que ignoran que no hay nada en este universo que no esté en perpetuo cambio. Puesto que las cosas son actualmente así, y lo eran en tiempos de mis abuelos, bisabuelos y tatarabuelos, concluyen que ésta es una característica natural de los seres humanos: decididamente el poder y la autoridad son propias del hombre, a la mujer le corresponde la obediencia, la laboriosidad y el amor. Y como es una característica de nuestra especie, nunca cambiará. A nadie debe extrañar que casi todos estos defensores sean mayoritariamente hombres, aunque no falten algunas mujeres entre los feroces defensores del patriarcado “científico”(v).
Esta supuesta naturaleza de las cosas se cuela también en psicología. Para algunas terapias y corrientes, como muchos grupos de la Gestalt, especialmente en el mundo latino e hispano (tal vez no sea casualidad que uno de sus líderes sea Claudio Naranjo(vi), un chileno nacido en 1932, cuando el patriarcado era muy poco cuestionado(vii)) la autoridad proviene del padre, de quien la perciben y captan los hijos, y el amor proviene de la madre.
Esta creencia, sin más fundamento que el hecho de que en la moderna sociedad patriarcal, y en la de nuestros próximos antepasados en los últimos tres o cuatro mil años, así ocurre, lleva a postular que, puesto que así son las cosas, así deben de ser(viii). Es decir, cuando esto no es así, cuando el padre no es el depositario de la autoridad en el seno de la familia, y por tanto no pueden los hijos percibirla y recibirla de de él(ix), se postula que existe una desviación de la naturaleza de las relaciones humanas, una anormalidad psíquica perjudicial, y se recurre a terapias y otras técnicas para restablecer el necesario ajuste del sujeto a la vigente sociedad patriarcal(x).
Sobre él, sobre este postulado de algunas escuelas psicológicas, se construyen también un conjunto de teorías que explican y justifican qué es lo psicológicamente deseable y que lo indeseable, qué es lo psicológicamente sano y qué lo insano, y cuáles son las perniciosas consecuencias de que las cosas no ocurran así. Cuando esa autoridad que “debe”(xi) detentar el padre la detenta la madre, el trastorno psíquico de los hijos está servido(xii).
Lo que llaman trastorno de estos hijos que han crecido sin el modelo de la autoridad paterna es, evidentemente, un desajuste en una sociedad patriarcal, pues estos hijos se apartan psíquicamente del modelo ideológico del padre-varón-autoridad. A este desajuste lo etiquetan de trastorno, de algo que necesita sanación, por lo que se intenta “sanar”, “remediar” con terapias y actuaciones de ajuste variadas. Como una gran pléyade de terapeutas, denominan “sanación” al ajuste del individuo sometido a terapia(xiii) a una sociedad patriarcal opresora y castradora (la nuestra).
Qué están haciendo estas escuelas y terapias? Por supuesto juzgando qué es lo conveniente y qué lo inconveniente, sin pararse en ningún momento a analizar esa conveniencia para quién o quiénes es. Sin este juicio de valor previo no tendría justificación su intento de “sanar” a nadie.
Practican estas terapias para mantener el sistema lo más incólume posible? Muy posiblemente, aunque esta intención no sólo no se explicite, sino que en la mayoría de los casos permanezca inconsciente.
Lo hacen para ajustar al individuo a una sociedad patriarcal castrante? Casi seguro, pues casi todos los psicoterapeutas lo que intentan hacer es ajustar a los individuos que caen en sus manos a una sociedad enferma y enloquecida, y este caso no es una excepción.
Tal vez para favorecer el pleno desarrollo del individuo frente a esta sociedad(xiv)? Lo dudo mucho. Antes al contrario, dificultan aún más su desarrollo como individuo consciente y pleno.
Por decirlo de otra manera, lo que hacen es:
1. juzgar sobre el bien y el mal (al tiempo que, en muchas ocasiones, predican las mil bondades del no-juicio);
2. intentar adaptar a los individuos al patriarcado (en la atribución de la autoridad a un género, que se predica natural); y
3. minar desde dentro las teorías que sustentan esas terapias, evitando así que puedan convertirse en un factor de cambio social (es posible un cambio de los individuos hacia la plenitud sin cambiar la sociedad actual?).
La única salida es saber que la atribución de la autoridad, en cualquiera de sus acepciones, al hombre es una cuestión temporal, histórica, y que cambiar dicha atribución es una estación necesaria del camino que lleva a la consciencia y al desarrollo humano plenos(xv). La única salida es subvertir dicha atribución de la autoridad y comenzar a distribuirla sin discriminación de género.
Es difícil, como todo lo que se opone al patriarcado, a su pseudociencia, a sus instituciones y a sus técnicas; pero no tenemos otra opción. Tampoco están tan lejos los tiempos en que las cosas eran de otra manera, en los que la autoridad que da la sabiduría (sobre la naturaleza y sobre lo espiritual) la detentaban las mujeres, y la autoridad política – potestad se distribuía por ámbitos dentro de los pequeños grupos sociales(xvi).
En esas andamos.

Paco Puertes

NOTAS:
i Por supuesto, estoy hablando de la cultura occidental de raíces europeas. En otras culturas no ha ocurrido necesariamente así, como, por ejemplo, en las culturas de los indios amazónicos, que, donde la inquisición de la Iglesia Católica Romana no ha llegado con demasiada fuerza, aún conservan formas de culto a Pachamama (espíritu o deidad femenino) y a otros espíritus o deidades menores. Para estas culturas la presencia de un dios – padre, único, omnisciente, creador y omnipotente es una contaminación que difícilmente encaja en sus formas de vida ancestrales (formas de vida en creciente descomposición).

ii Y también en nuestro lenguaje.

iii Quiero recordar aquí que la duración del Paleolítico, según unos u otros antropólogos, se remonta a más de cien mil años, alargándolo algunas hasta casi el medio millón de años.

iv También “por si las moscas”, aunque se justifique de variadas maneras, como el designio divino respecto a lo que deben hacer las mujeres, o la supuesta incapacidad de las mismas para los estudios. Lo que subsiste en el fondo es el miedo del hombre al poder y autoridad de la mujer.

v Y lo pongo entre comillas para no morirme de risa.

vi Al final de 1970, Claudio Naranjo comienza a enseñar a un grupo que incluyó a su madre, antiguos aprendices de terapia gestalt, y amigos. El grupo comenzó como una improvisación y se convirtió en un programa que originó una organización no lucrativa llamada el Instituto SAT, en el que se desempeña como el diseñador del proceso y supervisor de la actividad.
      En 1976 comienza a ofrecer talleres en Europa, refinando aspectos del mosaico de acercamientos en el Programa SAT: la terapia gestalt y su supervisión, las aplicaciones del Eneagrama a la personalidad, la meditación interpersonal, y la música como recurso terapéutico. A partir de 1987, el Programa SAT se ha extendido por España, Italia, México, Argentina, Colombia, Chile y Brasil, a lo que Claudio Naranjo ha dedicado gran parte de su tiempo, así como a escribir en su casa de Berkeley, California (Wikipedia).


vii La primera fundamentación filosófica de la igualdad de géneros no se escribe hasta 1949, de la mano de Simone de Beauvoir, de la que dice la Wikipedia: en el año 1949 la publicación de El segundo sexo, del que se vendieron más de veintidós mil ejemplares en la primera semana, causó escándalo y fue objeto de animados debates literarios y filosóficos. La Santa Sede, por ejemplo, se mostró contraria al ensayo... El segundo sexo se tradujo a varios idiomas: en los Estados Unidos se vendieron un millón de ejemplares, y se convirtió en el marco teórico esencial para las reflexiones de las fundadoras del movimiento de liberación de la mujer.

viii Esta es la pirueta que ejecutan siempre los grupos conservadores, es decir, los que quieren conservar las cosas como están, que nada cambie. Su fundamento y base es la voluntariosa ignorancia de la historia y de la evolución (donde el continuo e inevitable cambio es evidente), y su razonamiento es siempre el mismo: puesto que así son las cosas intentar cualquier cambio es ir contra la naturaleza de las mismas, contra la naturaleza de lo que existe, del ser humano, de la sociedad. El complemento a este argumento es que no solo son así las cosas, sino que siempre han sido así; obviamente para esta última afirmación (necesaria para mantener la primera) se precisa crear y mantener la ignorancia histórica de la que acabo de hablar.

ix O de cualquier otra figura masculina que haga las veces de padre.

x Donde la autoridad, todo tipo de autoridad, corresponde al padre. De ahí que se denomine sociedad patriarcal.

xi También lo entrecomillo para no morirme de la risa.

xii Y, como corolario de este teorema, también se postula servido el trastorno psicológico cuando no es la madre la que brinda el modelo de “amor” (entrecomillado por idénticas razones a las veces anteriores).

xiii En este contexto lo de “sometido a terapia” me parece una expresión muy acertada (y conscientemente la uso por ese motivo), pues se trata de un verdadero intento de sometimiento del individuo a las formas de vida imperantes en la sociedad patriarcal.

xiv Plenitud que necesariamente le llevará a cambiarla de forma radical, pues plenitud y sociedad patriarcal son contradictorios.

xv Y tal vez sea el único camino de que disponemos ahora a la vista para evitar la autoextinción de los grupos humanos.

xvi Con esto no estoy proponiendo ninguna vuelta al pasado, sino recordando que las cosas han sido de otra manera, y por ello pueden cambiar de nuevo. Necesariamente cambiarán, esta es la mala noticia que tengo para daros.

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