ETICA Y BIOLOGIA: INCOMPATIBLES?









La ética, fundamentada en la biología y en la antropología, obedece a aquello que nos hace humanos. Desde este punto de vista, los principios rectores de las normas éticas son:

1) La protección de la prole, como mecanismo para asegurar la propagación de los genes propios. La instauración de algunos tabúes y mitos heroicos proporcionan cobertura o ejemplo para este fin. 
Muchos tabúes sexuales tienen esta finalidad de asegurar la propagación exitosa de los genes propios. Así el tabú de la sexualidad de los ancianos, el de la sexualidad de los jóvenes prepúberes, el de la menstruación, el de la homosexualidad, o el del onanismo. Todos estos tabúes, al sancionar a nivel inconsciente determinadas conductas sexuales, impiden que la satisfacción de la libido pueda realizarse mediante actos en los que es muy difícil o imposible que se produzca la fecundación. De este modo la única vía de satisfacción de la libido que nos queda es con el otro sexo, mediante el coito vaginal entre individuos fértiles. 
Estos tabúes se plasman muchas veces incluso como norma positiva, sea de carácter legal o religioso, incluyéndose así en códigos penales (como el español vigente durante la pasada dictadura, que consideraba la homosexualidad como delito) o en libros sagrados.
Los instintos y normas de conducta con base genética estricta, sean los sexuales o los que llevan al sacrificio de los machos viejos en defensa del clan familiar, también persiguen el mismo objetivo, pero en tanto que inconscientes, sería muy difícil considerarlos como normas éticas. Entre estos instintos encontraríamos también una posible explicación de la tendencia de los machos a fecundar el mayor número de hembras posible, y la de éstas de conservar al macho, biológicamente interesado en la supervivencia de las crías comunes. Sin embargo esta afirmación exige muchas matizaciones, y llevaría a la violación de muchos tabúes, por lo que más parece una excusa para la infidelidad masculina que una justificación de la misma. Una posible explicación de la mayor infidelidad sexual entre los hombres que entre las mujeres radicaría tal vez en la posición social del hombre y la mujer, y en la exigencia del cumplimiento de determinados prototipos de triunfador-conquistador-depredador para ser considerado un ‘hombre’ dentro de determinadas sociedades. 

2) La protección de aquellas personas que tienen un interés objetivo en la defensa de mi prole. Porque probablemente tienen también genes de ellos. Así, y en este orden, el cónyuge, los padres, y los hermanos propios. También aquí estaría la instauración de algunos tabúes, así como el concepto del honor y el orgullo vinculados a un apellido. 

3) La protección de aquellos grupos que protegen a la prole o le facilitan su desarrollo. Aquí están, y en este orden, la familia y la comunidad de base. Las costumbres, los ritos, la ley, y algunos arquetipos míticos son instituciones creadas con este fin; cada una de ellas cede ante la anterior. 
El honor de la familia, el honor de pertenecer a un concreto grupo es otro de los arquetipos-instituciones creados para este fin. El orgullo de pertenecer a una estirpe, a una familia no es mas que la otra cara de la moneda del honor. A este respecto y en según qué contextos, adquiere más o menos importancia la familia nuclear o la familia extensa. Allí donde la estructura de las sociedades más amplias -la ciudad o el Estado- es más endeble los clanes familiares tienden a ser más extensos, pues la supervivencia del grupo depende del número de individuos -entre otras cosas-, y de la supervivencia del grupo depende la de cada individuo que lo integra. 
La monogamia o la poligamia vienen así vinculadas a este principio, como una forma de conseguir la fuerza y estabilidad de la sociedad en que se inserta el grupo familiar; así como al hecho de que el grupo más amplio esté -o haya estado en período no muy lejano- en peligro de extinción por la presión de los grupos sociales geográficamente colindantes. Cuando se estableció la poligamia, la muerte de los varones en las batallas y guerras entre grupos no condicionó el embarazo de todas las mujeres del grupo: implicar por igual a machos y hembras en la ejecución de tareas peligrosas lleva a una disminución por igual de unos y otros a causa de las muertes que se producen como resultados de estas actividades peligrosas (y empuja por tanto a la monogamia al ser más o menos parejo el número de hembras y machos del grupo), sin embargo implicar solo a los machos en las actividades peligrosas preserva el número de hembras del grupo y empuja a la poligamia (en condiciones de supervivencia extrema el grupo necesita producir el mayor número de embrazados posibles); pocas hembras y pocos machos producen menos embarazos que muchas hembras y muy pocos machos, es decir, este último grupo crecerá más deprisa que el primero y acabará por imponerse a aquél. Esta condición de la poligamia ha llegado a ser condición de supervivencia tan importante que en algunos grupos se ha impuesto como norma obligatoria, en algunos grupos la poligamia no es sólo una posibilidad, sino también una imposición en según qué casos, como lo es entre los kurdos, que se ven obligados a casarse con su cuñada cuando fallece el hermano desposado con ella-. El hecho de que en las guerras modernas muera tanto población civil -en la que se incluyen mujeres y niños- como militares fortalece el modelo monogámico; y lo mismo podemos decir de la incorporación de la mujer a los ejércitos. 
Este grupo que protege a mi prole y a sus posibilidades de supervivencia y reproducción puede ser todo un poblado o solo un grupo dentro de una sociedad más amplia -verbi gratia, mi tribu, mi secta, mi religión. Entre estos grupos, por razones obvias de mejorar su posición frente a terceros grupos, se crean compromisos firmes (entre otros, el juramento de los miembros de las órdenes de caballería o de los soldados) y se establecen pactos entre clanes o individuos (como el matrimonio cruzado entre miembros de dos grupos distintos, o las alianzas y pactos entre clanes o naciones). 
Entre los arquetipos míticos que encuentran aquí su explicación estarían el héroe social (el mártir, entre otros), la redención del estigma social por matrimonio -cenicienta entre otros-, o el hombre de honor, por ejemplo.
Normalmente en la vida cotidiana y práctica de las comunidades la ley cede ante la costumbre, y solo mediante la fuerza consigue la ley abolir la costumbre. Cuando la la ley consigue este propósito de abolir la costumbre contraria, la ley es ya la expresión positiva (explícita) de una nueva costumbre imperante. 

4) La protección de aquéllos seres que pueden compartir algún gen conmigo. Así las gentes de mi pueblo, los de mi nación, los de mi raza o grupo étnico, los de mi continente, los seres humanos, los mamíferos, los animales, las plantas, y luego, en un orden no demasiado claro, los hongos, bacterias, virus, etc. algunos símbolos y sentimientos, como el amor a la humanidad, a la vida, o al planeta, están vinculados a este objetivo. 
En este contexto adquiere importancia la fidelidad a mi población de origen cuando soy inmigrante en otra sociedad, pues comparto con ellos un mayor número de genes que con los individuos de la población en la que en este momento vivo.
Por análogas razones, la fidelidad a los individuos geográfica y culturalmente más próximos a mí (a los franceses o portugueses frente a los chinos, por poner un ejemplo), pues es mucho más probable que los individuos de grupos geográficamente colindantes al mío compartan conmigo un mayor número de genes.
También es indicativo de esta familiaridad genética la coincidencia del fenotipo, que hace a mis semejantes físicamente los hace posibles compartidores de mis genes. Tal vez por esta razóna xenofobia reaparece cada vez que el individuo (o la familia, clan o grupo en que se inserta) atraviesa un período de escasez económica.
La bandera o el símbolo religioso o de clan o grupo, son ejemplos de instrumentos encargados de fortalecer la sensación de pertenencia al grupo con el que comparto mayor número de genes. Solo modernamente, con la movilidad geográfica de los individuos y la mayor facilidad de transmisión de ideas (y con ellas de las religiones) hacen perder fuerza a estos instrumentos. Como resultado de esta pérdida de fuerza de estos instrumentos y agrupaciones pretéritas se posibilita el surgimiento de muchas OO.NN.GG., como médicos sin fronteras, green peace, y otros, para las cuales el grupo de referencia es la humanidad.
Desde estas consideraciones, la moral, como conjunto de normas de conducta tendentes a la pervivencia de un grupo, sería una derivación de la ética (criterio personal/individual de conducta), es decir, debo ser moral por ética. Cuando ética y moral entran en conflicto, al ser aquélla fundamento de ésta, prevalece la ética (este es el argumento de la tragedia griega ‘Antigona’).

El criterio racional para obrar siempre éticamente no es otro que someter la acción a realizar a un análisis desde los principios enumerados, y elegir la conducta más adecuada  en función de dichos principios y de su prelación.
El otro criterio es seguir el corazón.


Paco Puertes

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