EL
CAMINO DE LA ILUMINACION.
MAESTROS
APROVECHADOS Y GUÍAS INGENUOS
Algunas
practicas conducen a un estado de conciencia poco habitual, que
trasciende la experiencia cotidiana. Respecto a este estado de
consciencia hay sorprendentes coincidencias entre varios
movimientos/corrientes espirituales de oriente y occidente, todos
ellos hablan de él, e incluso proporcionan entrenamiento y técnicas
para su consecución.
Así
el yoga, el budismo, el sufismo, el taoísmo, la ingesta de
enteógenos en entornos chamánicos o ritualizados, y un sinfín de
escuelas/movimientos de menor predicamento o extensión proporcionan
técnicas y entrenamiento para la consecución de este estado de
consciencia. Realmente no se trata de un solo estado de consciencia,
sino de un camino por distintos estados de consciencia, algunos de
los cuales preceden a los otros, todos ellos inhabituales o fuera de
la consciencia normal o habitual de la realidad, y que no se sabe
donde culminan, pero se suelen concebir como un camino o sendero.
El primer estadio de este camino se alcanza mediante técnicas que presuponen la paralización de la actividad conceptualizadora del cerebro, de la mente, sin la cual, como bien dice Kant, no se produce la experiencia empírica y menos aún la científica, y que, por tanto, abre paso a otro tipo de ‘experiencia’ o, por ser más riguroso, de percepción fuera de la experiencia.
En
palabras de Fritjof Capra (“El
tao de la física”.
Málaga 1983, p. 5): “En muchas formas de
meditación ese silencio de la mente racional se logra concentrando
la atención en un solo detalle, como la respiración, el sonido de
un mantra o la imagen visual de un mandala. Otras escuelas enfocan su
atención en los movimientos del cuerpo, que deberán realizarse de
un modo espontáneo, sin la interferencia de ningún pensamiento.
Esta es la manera del yoga hindú y del t’ai chi ch’uan taoísta.
Estos movimientos rítmicos pueden conducir a la misma sensación de
paz y serenidad que caracteriza a otras formas más estáticas de
meditación. Sensación que también puede ser provocada por algunos
deportes. Para mí, por ejemplo, esquiar es una forma de meditación
altamente gratificante.”
Como
acabamos de leer, estos estados de consciencia son mucho más
frecuentes de lo que los celosos guardianes del sembrado desearían,
y con bastante asiduidad se presentan de modo espontáneo, o incluso
se obtienen con la práctica de actividades tenidas por poco
espirituales o desacralizadas.
Sin
embargo, la mayoría de las veces la percepción de estos estados de
consciencia, de estos estados de diferente percepción de la
realidad, se reinterpreta como sueño, alucinación, o momentánea
alteración de la percepción, de modo que quienes lo experimentan lo
desdeñan como erróneo o como percepción distorsionada de la
realidad, neutralizando así su potencial trasformador.
Pese
a todo, algunas personas que lo experimentan de modo fortuito o
accidental se niegan a renunciar al mismo y a calificarlo como
alucinación y, carentes del instrumental conceptual y de alguna guía
que les permita su correcta interpretación y el progreso por los
diferentes estados sucesivos, les aplican categorías y conceptos de
su experiencia cotidiana o provenientes de su imaginación,
precisamente aquellos conceptos que existen en su personal entorno
cultural para referirse a lo oculto, a lo desconocido, a lo extraño
y misterioso. Así se puebla el universo de iluminados que contactan
directamente con dios, o con los dioses, o con extraterrestres, o con
duendes, o dragones, o con cualquier otra clase de extraños e
inaccesibles seres o espíritus (1).
A
veces estas personas suelen continuar con la práctica de aquellas
cosas que, al principio de modo aparentemente fortuito, produjeron
ese estado de percepción, y suelen también predicar la nueva buena
de la que se consideran poseídos o transmisores. Y como muchas veces
dichas actividades producen dichos efectos, y como quiera que la
desorientación es una característica de nuestro tiempo, los
seguidores se agrupan a su alrededor, y tienden a pensar que, puesto
que parte de lo que el correspondiente santón o iluminado de turno
predica efectivamente se produce, será también verdad la curiosa
interpretación que hace de ello, y que suele evolucionar hasta
convertirse en alguna inconsistente y extraña teoría sobre la
realidad profunda, el sentido de la vida, el del cosmos, y el destino
del universo en su conjunto (y, por ende, de cada uno de sus
seguidores).
Sin
embargo, estas bienintencionadas prácticas y prédicas conducen a un
estancamiento en estos iniciales estadios de consciencia y percepción
‘diferentes’, de los que son incapaces de salir por falta de las
técnicas adecuadas para dar el paso siguiente y por falta del
instrumental conceptual que permita entenderlos. Y desgraciadamente y
también con frecuencia, suelen producir un rechazo de la percepción
ordinaria de la realidad (de la construcción de la experiencia que
realizamos cotidianamente mediante el correcto uso de nuestros
conceptos), produciendo individuos desajustados con el entorno social
y cognitivo, desprovistos por tanto de parte de los recursos
necesarios para desenvolverse con éxito en dicho entorno; cuando no
conducen a una verdadera disonancia cognitiva entre lo que viven
diariamente y lo que dicen que viven.
De
cuanto llevamos dicho es fácil extraer algunas conclusiones:
1.
El camino de los distintos y sucesivos niveles de consciencia
‘inusual’ (que, a partir de ahora, llamaremos camino de
iluminación) es un camino fácil de encontrar, pues los primeros
niveles o estadios del mismo son fácilmente accesibles para todos
nosotros.
2.
Mantenerse en el camino es también relativamente fácil, pues es
suficiente con la práctica de aquello que nos llevó a encontrarlo.
3.
Entender lo que ocurre ya no es tan fácil y requiere de un
instrumental conceptual altamente elaborado, que no se conviene dejar
a la improvisación ni en manos del iluminado de turno. Sin embargo
este instrumental conceptual, por más que aún perfectible o
incompleto, está a nuestra disposición en las distintas escuelas o
movimientos que, durante siglos, llevan dedicados a estas prácticas
y a su pragmática conceptuación. Este instrumental conceptual nos
dice también qué podemos entender y qué no, y cuál es el límite
y forma de esta nueva intelección.
Sin
entender lo que ocurre no es posible progresar por el camino (o, por
ser fieles a la verdad, es mucho más difícil el progreso, que aún
así se puede producir bajo la dirección de un experto mentor, o por
las peculiares características personales de quien lo experimenta).
Sin conceptos no es posible hablar ni escribir, y sin habla ni
escritura es muy difícil entender y menos aún transmitir algo
distinto a las emociones y sentimientos.
Sin
embargo este instrumental conceptual no está disponible para el
público en general de modo sencillo; acceder a él y aprender a
utilizarlo correctamente es algo que solo suele ocurrir a través de
las enseñanzas de alguna de estas escuelas (siempre gradual, no hay
atajos) o/y mediante el estudio y la práctica rigurosa y constante.
Todas las fuentes no están a disposición del público en general,
sino solo algunas, el resto solo es accesible a quienes ya se
adentraron en la senda.
La
correcta formación para el uso del instrumental conceptual suele
requerir de orientación por parte de quien ya lo domina o conoce en
mayor grado que nosotros. La conveniencia de uno o varios
profesores/mentores por un periodo de tiempo es indiscutible (2).
4.
Progresar en la práctica requiere al principio la dirección de
alguien que sabe cómo acceder a cada nivel de consciencia desde el
nivel anterior, pretender que por casualidad o suerte se puede
encontrar el modo para progresar por los distintos estadios del
camino de iluminación es ilusorio, cuando no autoengañifa de quien
pretende evitarse el esfuerzo de la búsqueda o el aprendizaje, o
engaño de quien pretende conseguir adeptos en gran número (que no
quieren oír hablar de un lento camino con prácticas cotidianas
perseverantes, sino conseguir la iluminación de forma cómoda y
fácil, aunque tengan que pagar mucho por ello); es esperable que lo
que a muchos ha costado siglos descubrir no pueda uno solo
redescubrir en breve tiempo.
No
obstante, hay unas pocas personas que progresan muy rápidamente,
incluso que ascienden por el camino a inusitada velocidad, superando
velozmente a sus mentores y profesores, y de quienes pueden pronto
prescindir. Pese a éstos, la necesidad del mentor y, a veces, del
profesor, para casi todos nosotros es más que evidente.
Paco Puertes
NOTAS
(1)
Rick Strassman, en su magnífico libro “DMT,
la molécula espiritual”
hace unas muy acertadas observaciones
sobre
estos fenómenos de contacto con seres de otros mundos u otras
dimensiones.
(2)
Y quiero resaltar aquí que no me refiero a la pléyade de
aprovechados que utilizan el desconcierto y la sed espiritual de las
gentes para hacer el
agosto a su costa, enriqueciéndose y convirtiéndose en objeto de
culto y adoración.
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