Acceder
a la consciencia,
prescindir del
líder.
Estimados
compañeros, espero que os haya ido todo bien estos días. Yo he
reflexionado un poco hoy sobre el tema del liderazgo, que estuvimos
comentando, y que te paso a relatar.
La
organización que estamos creando es solo un aspecto, un punto, una
mancha de aceite en un papel de periódico junto a otras manchas que
también están ahí. Todas ellas se extienden y van cubriendo poco a
poco el papel. Unas se unen a otras y se crean así nuevas manchas
más grandes y de forma irregular. Es parte de un movimiento
universal hacia la consciencia y la libertad, de un movimiento de
cambio de lo viejo (inservible ya) por lo nuevo, por lo que aún no
se ha pensado pero que cada vez más personas sabemos en qué
dirección está.
En
esta acelerada crisis de desestructuración global las viejas
organizaciones y formas de dominación y explotación quedan
rápidamente obsoletas, y con ellas las viejas formas y
organizaciones para luchar contra la explotación y la opresión y
las viejas formas y métodos de liberación personal. Todo está
podrido de raíz o resulta ya inadecuado para los tiempos presentes,
es sólo cuestión de tiempo que la podredumbre, o la inadecuación y
la ineficacia, o las tres a la vez se manifiesten en las hojas y
éstas comiencen a marchitarse (no creo que sea cuestión entrar
ahora naturaleza este tema).
Es
entonces, cuando la inadecuación e ineficacia o la putrefacción
alcanzan también lo externo, lo aparente, cuando mucha gente la ve.
Y entonces los credos y los líderes de antaño, con sus formas de
actuar y ser de antes, ya no pueden recuperar la credibilidad que han
perdido. Por eso las formas de liderazgo y de organización que
prevalecían (y aún prevalecen) en esta agonizante sociedad
únicamente nos sirven para, conociéndolas, evitarlas (tal vez algún
aspecto de ellas nos inspire, pero nunca para imitarlo). Incluso
hablar de liderazgo carece ya de sentido.
Tal
vez lo que necesitamos son personas coherentes, que piensan, sienten
y actúan en la misma dirección. Y no sólo coherentes consigo
mismas (los racistas pueden ser coherentes), sino también con los
demás, tratándolos con el mismo trato que quieren recibir de ellos.
Estas
son las personas confiables, y las personas confiables son faros y
luces que iluminan los caminos que cada cual ha de encontrar y
recorrer.
La
coherencia nunca es imposición. Tampoco es impostura de seguridad
personal, cuando no se tiene esa seguridad. Si se imposta la
seguridad se hace siempre desde el poder (propio o delegado, desde la
jerarquía), y por ello la aquiescencia, o aparente conformidad con
el líder, se convierte en obediencia interesada. Una obediencia cada
vez más alejada, por suerte, de la antigua obediencia ciega, pero
obediencia al fin. Es decir, abandono de la propia resolución, de la
capacidad decisión propia y de la responsabilidad personal en otro.
Y este abandono es una renuncia a la propia libertad. Y cómo vamos a
caminar por la senda real si renunciamos a nuestra propia libertad?
Por
eso tal vez haya que abandonar la autoridad, esa que predicamos de
las personas y que se vincula con alguna forma de jerarquía más o
menos suave, más o menos espiritual, y sustituirla por la
coherencia, la consciencia y la participación coordinada.
La
coherencia para con uno mismo y para con los demás produce
movimientos de cambio coherentes, en todos los frentes a la vez y de
forma misteriosamente coordinada, cambios imbatibles porque no tienen
cabeza, sino corazón, no tienen líder, sino práctica coherente,
coordinada y consciente.
La
organización que vamos pergeñando crea coherencia y dirección en
el cambio, sobre todo en el cambio personal. Una dirección que no es
impuesta por nadie, salvo por uno mismo desde la libertad y claridad
que se alcanza desde esta forma de vivir y de sentir.
En
la contradicción (lo opuesto a la coherencia) no se alcanza la
claridad, y sin claridad no es posible la libertad. Desde la
confusión no se puede elegir libremente ni es posible saber por
dónde transcurre la senda real que deseamos recorrer.
Esta
dirección coherente del cambio personal y colectivo (suma de muchos
cambios personales y de las relaciones de quienes así cambian)
confluye con la que siguen cada vez más personas desde otras formas
e intentos de alcanzar una mayor consciencia y una más plena
libertad en otros ámbitos y niveles. Conviene tenerlo presente para
que no nos creamos únicos (y por ello salvadores), y para que cuando
se dé la intersección con otra mancha de aceite en confluencia con
la nuestra, sepamos qué pasa y en que punto estamos.
Por
si sirve. Y, por supuesto, podéis utilizar lo que os digo como
consideréis más conveniente.
Quedo
para vosotros. Un
abrazo.
Abu Fran, abdal.
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