A
mi amigo Alberto, quien ha vuelto a mirar el rostro del absurdo.
A mi
compañera Rosa, quien se encontró el domingo con el
absurdo cara a cara.
A ambos, que son valientes y se adentran en el
vacío infinito.
Aunque
los caminos son diversos, la meta es única. (Jalal al-Din Rumi)
Tú
eres la nube que vela tu propio sol. (Ibn al-Arabi)
Alégrate
porque frente a ti se alza el absurdo, pues el absurdo es el primer
velo de lo real, que se muestra así al inicio de su danza seductora.
Por eso te roba el sueño, porque te seduce con su danza y te insinúa
su desnudez (“Haz de mí tu amante! Róbame el sueño!”
pedía Rumi).
Poco
a poco, si te atreves a mirar sin miedo, lo real irá quitándose los
velos, desvelándose y mostrándose desnudo; desnudo ante ti. El
desnudo de lo real es mucho más terrible, mucho más seductor que lo
real velado. El velo sugiere el desnudo que esconde, y el desnudo que
sugiere el velo asusta. Por eso se muestra ante ti, porque sabe de tu
valentía para ver su desnudez.
Cuando
al fin la veas, la belleza de la desnudez de lo real será tu
perdición, tu prisión de amor, jamás volverás a ser tú; amante
de lo real te convertirás en tu amado y en tu amante, serás tu
amante, pues no se puede amar de verdad sin convertirse en el amado.
Extasiado
y sobrepasado por tu propia anulación en lo real, las palabras y las
respuestas abandonarán tus labios, solo las preguntas de amor
maravilladas habitarán en tu corazón.
Así
serás nada, la nada que eres, la consciencia de la nada que siempre
fuiste: sin límites ni tiempo, sin poder distinguirte de cuanto
existe, de cuanto otro parece existir. Serás tú, tú el universo
único en el que habitas, pues al ser nada puedes encarnar en cada
momento el personaje que, desde la sabiduría del todo que eres, se
te asigna. Desde la consciencia de la nada que eres te daráss cuenta que
eres cualquier cosa, que cada cosa y la totalidad de ellas, que todos
los acontecimientos y cualquier hecho concreto es indistinguible de
ti.
Entonces
percibirás que estás creando el universo desde siempre, en un acto
sempiterno en donde tu acción es tan accesoria y efímera como
necesaria; percibirás que lo único importante es lo que eres, la
nada creadora.
En
ese momento te darás cuenta que realmente es a mí a quien escribo
estas lineas, pues tú y yo no somos dos.
Estás
en las puertas de la senda. Te doy la bienvenida.
Abu Francesc
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