LA CALDERA Y EL FUEGO










LA CALDERA

Alimentar el mundo y padecerlo, dos formas de apartarse del camino

Los deseos de este mundo son como una caldera y los temores son como un baño.
Las personas sabias viven por encima de la caldera, tanto en la indigencia cuanto en la riqueza.
Las personas ricas son quienes aportan excrementos para alimentar el fuego de la caldera, de modo que el baño esté bien caliente. Son los fogoneros. La divinidad les ha dado la avidez.

Pero abandona tú el fogón y entra en el baño. Se reconoce a los del baño por su cara, que es pura pero está transida por el temor.
Pero el polvo, el humo y la suciedad son los signos de los que prefieren el fogón de la caldera. Si en el fogón no ves suficientemente bien como para reconocerlos por su rostro, reconócelos por el olor.

Quienes trabajan en la caldera se dicen:

- Hoy, he traído veinte sacos de boñiga de vaca para alimentar la caldera.

Estos excrementos alimentan un fuego destinado a los caminantes del sendero real y el oro es como esos excrementos.
Quien pasa su vida en la caldera no conoce el olor del almizcle. Y si, por azar, lo percibe, se pone enfermo.

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