LA
VERGÜENZA PARALIZA.
Cierta
mañana el sufí Juan Diego envolvió un huevo en un pañuelo, se fue
al centro de la plaza de su pueblo y llamó a quienes pasaban por
allí:
-Hoy
tenemos un importante concurso
-dijo-. Quien descubra lo que está
envuelto en este pañuelo recibirá como regalo el huevo que
envuelve.
Las
personas miraron intrigadas, pero Juan Diego insistió:
-Lo
que está en este pañuelo tiene un centro de color amarillo yema,
que está rodeado de un líquido del color de la clara, y todo el
conjunto está dentro de una cáscara que se rompe fácilmente. Es un
símbolo de fertilidad y nos recuerda a las aves. ¿Quién puede
decirme qué es lo que está escondido?
Todos
pensaban que Juan Diego tenía en sus manos un huevo, pero la
respuesta era tan obvia que nadie quiso pasar la vergüenza de
equivocarse delante de tanta gente. ¿Y si no fuera un huevo sino
algo importante producido por la mística y fértil imaginación de
los sufíes? Un centro amarillo podía significar algo relacionado
con el sol, símbolo de la luz de la sabiduría, y el líquido
alrededor tal vez fuera algún preparado alquímico.
Juan
Diego pregunto otra vez más, y otra, y otra, pero nadie se arriesgó
a decir algo impropio. Entonces abrió el pañuelo y mostró a todos
el huevo, que, sin duda, todos pensaban que estaba envuelto en él.
-Todos
vosotros sabías la respuesta -afirmó-. Pero nadie se atrevió
a ponerla en su propia boca…
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