ARROYO DE LA
LUNA
Un rebaño de
elefantes se había instalado a la orilla de un arroyo y los demás
animales se lamentaban de que esta presencia los privaba del libre
acceso al curso de agua.
Todos se
pusieron a buscar una estratagema para hacer que se largaran, pues
estaba claro que ninguna fuerza bastaba para obligarlos a irse.
El primer día
de la luna, un viejo conejo subió a un montículo y gritó a los
elefantes:
-"¡Oh,
sultán de los elefantes! ¡Soy un mensajero, el mensajero de la
luna! Si quieres tener la prueba de mis palabras, escucha esto:
dentro de quince días, la luna se mostrará en el agua. Y he aquí
el mensaje que la luna os envía: ‘Este arroyo nos pertenece y está
prohibido a todos acercarse a él bajo pena de volverse ciegos’
Creedme, si os quedáis cerca de este arroyo, seréis cegados por
medio de unos destellos. ¡Y si os atrevéis a calmar en él vuestra
sed, la luna se estremecerá en el agua para mostrar su cólera!"
Al octavo día
de la luna, el sultán de los elefantes fue a beber al arroyo, pero
cuando mojó su trompa en él, vio la luna estremecerse en su
superficie. Entonces empezó a creer lo que le había dicho el viejo
conejo, pero los demás elefantes lo tranquilizaron diciéndole:
-"¡No
somos tan tontos como para huir porque la luna se haya movido!"
** Cuento sufí .
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