Hace
poco más de un año y medio decidí probarla como último remedio.
Padecía de dolores físicos tremendos que condicionaban mi vida
desde hacía 20 años. La depresión me acompañaba regularmente
durante décadas. Había probado de todo, tanto en el campo de las
terapias convencionales como en el de las terapias alternativas. Los
terapeutas no sabían cómo ayudarme y se rindieron. Estaba
desesperada. Un día vi un documental sobre la Ayahuasca y como ya no
tenía nada que perder, la probé.
Me
emociona recordarlo. Fue tremendo. Aquella noche reviví un trauma
relacionado con mi madre. Lloré, grité, lo saqué todo fuera. Al
final hice las paces con ella, la perdoné, la comprendí, me perdoné
a mi misma y me deshice de un complejo de culpabilidad enorme. A
pesar de que fue muy duro, me resultó muy fácil entregarme porque
desde que entré en proceso toda mi alma sabía que había encontrado
la medicina que me iba a sanar. Por fin. Después del primer retiro
podía mover el cuello, cosa que no había podido hacer en meses. La
gente a mi alrededor me veía diferente. Mi fisioterapeuta no se lo
podía creer. Yo sabía que me quedaba mucho por echar y no dudé en
seguir con la Ayahuasca hasta sacarlo todo. Absolutamente todo. Y así
lo hice.
No
es que la Ayahuasca haga el trabajo o que sea la solución, no. El
trabajo lo haces tú. La Ayahuasca te enseña, te apoya, te abriga,
te da claridades pero eres tú la persona que tiene que actuar. Hay
que ser valiente y darlo todo. Tienes que querer sanarte de verdad.
Hay que entender que luego tú decides si aplicas lo aprendido en tu
vida, porque la vida sigue con todas sus complicaciones. También
cuesta acostumbrarse a estar bien.
Sigo
yendo a retiros cada tres meses y ya he llegado a un punto en que
apenas tengo dolores. He eliminado los calmantes por completo y
bajado la dosis de los ansiolíticos hasta el 20%.
Aunque
el trabajo lo haces sola, no hay otra, tuve la gran suerte de
encontrarme con facilitadores como Rosa y Paco que luego fundaron
Baraka Levante. Siento una gratitud muy profunda por la manera en que
nos apoyan. Con todos sus conocimientos, experiencia y amor. Con
mucha alegría y humildad. Les importas de verdad. Tanto antes como
durante y después de los retiros. Sienten una verdadera pasión por
apoyar a la gente para que nos sanemos y se mejore el mundo. He
tenido unos procesos tremendos en que les pedí mucha atención, y
nunca me han faltado. Espero seguir haciendo muchos retiros con ellos
en el futuro.
HELLA.
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